Los nuevos materiales

Los nuevos materiales
Autores: Carmen Bernárdez y Diana Angoso


Uno de los rasgos que caracterizan el arte contemporáneo es la libertad en la experimentación con formas, técnicas y materiales. Tradicionalmente el artista había elegido sus materias en función de cada técnica, teniendo cuidado para que fuesen de buena calidad. Muchos artistas contemporáneos, en cambio, han elegido otro tipo de materiales ajenos a las técnicas tradicionales. Esto se debe también a la enorme variedad que encuentra a su alrededor: unos pertenecen al ámbito de lo cotidiano, pero otros han sido fabricados por la industria y la tecnología. A principios del siglo XX el artista empezó a introducir en sus cuadros cosas comunes: papel de periódico, billetes de tranvía, hules o cuerdas. Más tarde añadió objetos de desecho, viejos o deteriorados, incluso materias orgánicas impensables en siglos anteriores. También hizo suyos materiales completamente nuevos, como los plásticos en sus muchas variedades, desde la pintura acrílica a las resinas de poliéster o fibra de vidrio. Utilizó metales antes no conocidos, como el acero inoxidable, el aluminio o el acero cortén, que parece oxidado cuando en realidad ha adquirido una buena pátina protectora. El artista hizo suyos muchos avances en la síntesis de materiales impulsada en el siglo XX por la investigación espacial y la industria química.


            Robert Rauchenberg, Express, 1963, óleo sobre lienzo con serigrafía, 183 x 305 cm

El autor de esta obra es el pintor norteamericano Robert Rauschenberg (Port Arthur, Texas, 1925) que empezó a desarrollar su actividad artística en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX y ha sido precursor de varias tendencias posteriores. Rauschenberg estudió historia del arte, música y cine, participó en acciones y proyectos de escenografía para compañías de danza moderna. Hoy sigue trabajando y es un artista de referencia para muchas generaciones posteriores. En su obra pictórica combinó diversas técnicas. Integró objetos de uso cotidiano en muchos de sus cuadros. Decía que un par de calcetines era tan apropiado para realizar un cuadro como la pintura al óleo o el lienzo. Su arte apostaba por introducir cualquier elemento de la cultura popular: botellas de Coca-Cola, imágenes del presidente Kennedy o máquinas, incluso animales disecados, haciendo cuadros con formas y materiales nuevos, propios del mundo en el que vivía. En Express no introdujo objetos, sino solo imágenes planas procedentes de fotografías que se referían al movimiento: un jockey y su caballo saltando un obstáculo, alpinistas, bailarines, la forma múltiple de una mujer desnuda moviéndose y, en la esquina inferior derecha, una fotografía del siglo XIX con la rendición del General Lee, que dio por terminada la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. Sobre algunas de estas imágenes el artista ha dado grandes pinceladas negras y blancas y salpicaduras que las cubren parcialmente.
La imagen fotográfica se traspasa al lienzo mediante una técnica llamada serigrafía. Sobre una tela fina montada en un bastidor rectangular (se llama pantalla) cubierta con una gelatina sensible a la luz, se proyecta una transparencia fotográfica. Las partes de ésta que contienen la imagen no dejan pasar la luz, de modo que la gelatina no se ve afectada. Las partes vacías de la fotografía sí dejan pasar la luz y ésta, al llegar a la gelatina, la endurece. La gelatina no endurecida –no afectada por la luz– se elimina fácilmente con agua, pero la otra permanece en la pantalla con la imagen fotográfica que, una vez entintada, se trasfiere al lienzo. Para ello se coloca la pantalla con las imágenes sobre éste, se añade tinta especial y se distribuye de extremo a extremo.


Lucio Fontana, Venecia era toda de oro, 1961, acrílico sobre lienzo, 150 x 150 cm

Esta obra es un monocromo con relieves en forma de círculos enfáticos que rompen la uniformidad del dorado. La espesura de la materia produce unos surcos y resaltes que nos invitan a tocarla y añaden un carácter constructivo a la obra. A medida que nuestra mirada sigue el movimiento rítmico de las pinceladas hacia el centro del lienzo, nos encontramos con un corte vertical neto que produce un poderoso claroscuro frente a la luminosidad circundante. El gesto radical del artista al rajar el lienzo en ese lugar preciso es un acto de destrucción, pero también una forma novedosa de introducir el «espacio detrás» de la obra. La tela abandona su función de soporte de la obra pictórica para convertirse en un elemento de proyección para la luz y el espacio real.
Lucio Fontana, un artista italoargentino, era hijo y nieto de escultores. También él se dedicó a este arte, pero desechando las piedras, metales y barros convencionales para emplear materiales de su tiempo: luces de neón, plásticos, la televisión, el sonido, el espacio… Incluso cuando elige un elemento tradicional como el lienzo y la pintura, lo transforma en algo nuevo. Fontana presenta Venecia era toda de oro como una escultura, de formato cuadrado y pintada de oro, como alusión simbólica a la ciudad de Venecia…Pero este dorado no es el pan de oro medieval de las tablas medievales. En su lugar ha elegido la purpurina, una imitación a dorado que se usa para decorar marcos y muebles. Pero ¿cómo ha creado ese torbellino de pinceladas con purpurina? El artista ha aplicado primero una capa de una emulsión acrílica mezclada con rojo, de pintura sintética, que permite realizar gruesos empastes. A continuación, cubre con una fina capa de purpurina la obra.

Una vez pintada toda la superficie, Fontana se coloca delante del lienzo y, empuñando un cutter, rasga la tela con decisión, sin titubear, con un corte muy bien pensado en cuanto a su dimensión, sentido y lugar. Este gesto es la culminación del acto creativo: es arte de acción. Pero todavía queda un último paso; en el reverso de la obra, pega una tela negra cubriendo el corte, como una venda en una herida. La finalidad es crear ese efecto de claroscuro que consigue subrayar el movimiento barroco de la pieza.
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