Kansdinsky y el arte infantil






W. Kandinsky: Improvisaciones  








Se considera el grupo Der Blaue Reiter, fundado a finales de 1911 en torno de Kandinski (1866-1944), como una segunda oleada expresionista y, al mismo tiempo, como una reacción contra el cubismo, al cual se oponían por su fondo racionalista y realista. Este grupo se orientaba hacia una pintura de contenido espiritualista, que tendía a la abstracción. Marc afirmaba: "Queremos volver por otro camino a las imágenes abstractas y misteriosas de la vida interior, que está regida por leyes distintas de las que la ciencia descubre en la naturaleza". El movimiento que da vida a Kandinsky es anticlásico no sólo porque niega todo fundamento naturalista al arte, sino también porque concibe la necesaria renovación del arte como la victoria del irracionalismo oriental frente al racionalismo artístico occidental. Utilizando los términos del estructuralismo lingüístico podríamos resumir: la comunicación se hace a través de signos, cuyo significado está mediatizado por los objetos de la experiencia común; en cambio, la comunicación estética quiere ser una comunicación intersubjetiva que vaya directamente del hombre al hombre, sin la mediación del objeto o de la naturaleza.
En su libro De los espiritual en el arte (1912) nos dice que toda forma tiene un contenido propio i intrínseco; no un contenido objetivo o de conocimiento, sino un contenido-fuerza, una capacidad de actuación como estímulo psicológico: un triángulo suscita movimientos espirituales distintos a los de un círculo; el primero da el sentido de algo que tiende hacia arriba, el segundo de algo acabado. Los colores son formas; el amarillo tiene un contenido semántico distinto al del azul. El contenido semántico de una forma cambia según el color al que está unida (y viceversa): "los colores hirientes resuenan mejor en su cualidad cuando se dan en formas agudas (por ejemplo, el amarillo en un triángulo); los colores profundos se refuerzan con las formas redondas (por ejemplo, el azul con el circulo)".
Lo que es "espiritual" para Kandinsky no es, en absoluto, lo que es ideal para los simbolistas: el símbolo es también una forma a la que corresponde un determinado significado. Lo espiritual es lo no-racional; el signo nace del impulso profundo del artista y, por tanto, es inseparable del gesto que lo traza.
En su primera época no figurativa, parece remontarse al primer estadio del grafismo infantil. Las Improvisaciones son movimientos agregados de signos sin ningún soporte estructural ni ningún orden aparente: en el mismo cuadro hay signos de origen diferente que es imposible combinar en un discurso morfológicamente y sintácticamente coherente -puntos, comas, curvas, rectas, manchas, nubes de color. De la realidad el pintor no recibe más que imágenes débiles, parciales y no de objetos definidos sino de cosas quietas o móviles, puntiagudas o redondas, filiformes o dilatadas. Estas impresiones no sirven para reconocer los objetos y menos para representarlos; la impresión visual se traduce en estímulo motor del cual nos podemos liberar reaccionando o expresando, es decir, traduciendo el movimiento interior en signos visibles. El arte sería, pues, la conciencia de aquello de lo que no se puede tener conciencia de otra manera. El arte extiende la experiencia que el hombre tiene de la realidad y le abre a nuevas posibilidades y modalidades de acción. Un cuadro de Kandinsky no es un modelo, es un estímulo; no es una transmisión de noticias, sino de fuerzas.
Así explica cómo nació la primera acuarela abstracta en 1910: "Volvía, enfrascado en mis pensamientos, de mis bosquejos, cuando, al abrir la puerta del estudio, me vi de pronto ante un cuadro de belleza indescriptible e incandescente. Perplejo me detuve mirándolo. El cuadro carecía de todo tema, no describía objeto alguno identificable y estaba totalmente compuesto de brillantes manchas de color. Finalmente, me acerqué más y sólo entonces reconocí lo que aquello era realmente: mi propio cuadro puesto de 1ado sobre el caballete...Una cosa se me hizo manifiesta: que la objetividad., la descripción de objetos, no era necesaria en mis pinturas y, en realidad, las perjudicaba".
El problema que se le planteaba era si la forma y el color, libres de todo propósito representativo, podrían articularse en un lenguaje de contenido simbólico; y llega a la conclusión que las puras formas clásicas podían dar expresión a una necesidad interna: era necesario que las formas de color estuvieran dispuestas sobre el lienzo tan claramente como las notas de una partitura orquestal.
Kandinsky distingue tres tipologías distintas en sus obras: 1) Una impresión directa de la naturaleza exterior. A esto llamo una Impresión -hasta 1910-. 2) Una expresión, en gran parte inconsciente, espontánea, de carácter interior, de naturaleza no material (es decir, espiritual). A esto llamo una Improvisación -de 1910 a 1921-. 3) Una expresión de un sentir interior lentamente formado, elaborado repetidamente y de un modo casi pedante. A esto llamo una Composición".
El año 1910, cuando tenía 44 años y un pasado de pintor figurativo, olvida el "oficio" y empieza a hacer garabatos como un niño de dos años. Kandinsky se propone reproducir experimentalmente el primer contacto del ser humano con el mundo del que nada sabe. El niño recibe sensaciones del mundo exterior, pero la percepción no se concreta en noción, se traduce en un conjunto de movimientos instintivos con los que el niño selecciona lo que le atrae y rechaza lo que le espanta. Kandinsky no pretende demostrar que el niño ve así el mundo, sino que se propone analizar el origen y la estructura primaria de la operación estética.
Su código muestra los siguientes elementos: manchas de color extendidas y transparentes dan el sentido de profundidad fluctuante; las densas e intensas, son substancias que flotan en el espacio fluido. En las manchas oscuras predominan dos colores: el rojo, cálido que tiende a expandirse, y el azul, frío, que tiende a contraerse. Cada color representa una fuerza; éstas se pueden sumar o restar, se limitan o se impulsan mútuamente. Los signos lineales filiformes son indicaciones de posibles movimientos, sugieren la dirección y el ritmo de las manchas, ponen en movimiento todo el cuadro; son los que dan a las manchas de color la cualidad de fuerzas y no de formas, y dan el ritmo al movimiento. Kandinsky substituye la noción de espacio por la de campo.
En el proceso de creación juega un papel preponderante el concepto de improvisación; pero la obra es elaborada con gran esfuerzo, minuciosamente, dando rienda suelta a las inspiraciones momentáneas, pero sin dejarse dominar por factores de azar.
Bibliografía 

Argan, G.C. (1976), El arte moderno, 1770-1970. Valencia. Fernando Torres ed.

Kandinsky: acuarelas. Colección Solomon R. Guggenehim Museum. Madrid. Ediciones El Viso, 1991
Kandinsky, Mondrian: dos caminos hacia la abstracción. Barcelona. Fundació Caixa d'Estalvis i Pensions. Serveis Editorials. 1994
Le Targat, François (1989), Kandinsky. Barcelona. Ediciones Polígrafa.
Vassily Kandinsky: la revolució del llenguatge pictòric. Barcelona. Museu d'Art Contemporani de Barcelona. 1996. Catálogo de la Exposición
Volboudt, Pierre (1963), Kandinsky (1896-1921). Barcelona. Editorial Gustavo Gili. 


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